Opinión

Los desplazados invisibles

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El conflicto entre Israel y Palestina ha mostrado al mundo una cara del ser humano a la que pocos se atreven a mirar. La falta de humanidad, solidaridad y empatía por parte del individuo que prioriza su orgullo e ideología sobre cualquier otra forma de manifestación y pensamiento fuera de lo que considera desde su propia subjetividad como correcto o normal. Todo aquello que no encaja con su manera de pensar se convierte en un enemigo cuando menos.

Sin embargo, aunque los canales de comunicación evidencian una realidad, que debo aclarar, no es menos importante y preocupante en la situación trágica que atraviesan los ciudadanos de la Franja de Gaza en Palestina, y quienes llevan asediados más de tres meses tras el recrudecimiento del conflicto entre Hamás y el ejército Israelita, hay otro pueblo, invisibilizado, acallado por el poco interés mundial.

Líbano, país vecino de Israel y Palestina, se encuentra en una crisis humanitaria tras meses de enfrentamientos entre la milicia Hezbolá y el ejército Israelita. De acuerdo a cifras de la Organización Internacional para las Migraciones, hasta la fecha se contabilizan más de 79,000 desplazados internos, sin embargo, la mism OIM está previendo un escenario donde la cifra de puede doblegar, lo que requeriría ayuda solidaria por parte de organizaciones, sociedad civil y otros organismos internacionales.

Es inadmisible seguir siendo apáticos ante una realidad que si bien no percibimos con nuestros propios ojos, está presente. La búsqueda de refugio interno en espacios ya superpoblados y con condiciones de vida poco aptas para cualquier persona, donde destaca la falta de comida, servicios básicos, higiene, o agua potable es un ejemplo de lo que como humanidad deberíamos, a toda costa evitar, y más bien, abogar por lo contrario, por comunidades con puertas abiertas y disponibilidad para recibir con brazos abiertos a toda aquella persona en movimiento, que busca mejorar sus condiciones de vida.

Dejemos ya el egocentrismo de lado y démonos cuenta de la importancia de trabajar en equipo como sociedad y humanidad: respetémonos mutuamente, protejámonos y luchemos cada día para dar esa mano a aquella población que por motivos que no están en sus manos, se encuentran en una situación poco favorecedora, una situación que pone en riesgo sus derechos y dignidad humana. La única forma de salir adelante es a través de la solidaridad y empatía, y hoy me parece que es un buen día para retomar esos valores. Nos leemos la siguiente semana, y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

Sobre el autor
Luis Sánchez Pérez es doctorante y maestro en Políticas y Seguridad Públicas en IEXE Universidad, abogado por la Universidad de Guadalajara. Profesor de asignatura en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Enrique Díaz de León. Investigador de medios de comunicación y participación ciudadana en el Laboratorio de Innovación Democrática. Colaborador semanal en Milenio, El Occidental y El Semanario.

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