Opinión

Los derechos humanos como eje para la justicia

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Michel Foucault, sociólogo francés, decía que es difícil determinar en una sociedad lo que es correcto o incorrecto, lo que está bien y está mal, lo que es normal y anormal, pues generalmente, estas cuestiones las determinan aquellos que en un lugar y tiempo determinado se encuentran en el poder, sin embargo, hay actitudes y valores que sobrepasan las normas sociales y se encuentran en nuestra conciencia. Éstas tienen que ver con la moralidad.

Hablar de derechos humanos implica hacer un ejercicio de introspección y valoración de nuestra conducta, tratando de volvernos conscientes respecto a aquellos actos que parten de nuestra conciencia y que se relacionan directamente con la rectitud, aquellos actos que nos llevan a hacer el bien y evitar el mal: el respeto a los demás, la honestidad, la empatía hacia aquellos que tanto la requieren, la tolerancia con los que no compartimos una misma cosmovisión, la dignidad humana.

El día internacional de los derechos humanos, que se conmemora cada 10 de diciembre, debe seguir siendo un llamado de atención ante aquellos que parten de la intolerancia para afectar la dignidad y derechos de las personas que se encuentran en una posición vulnerable por su raza, color, religión, género, clase social, o cualquier condición que no estuvo en sus manos al momento de llegar a este planeta.

En una sociedad actual donde seguimos siendo testigos de los abusos sistemáticos a diversos grupos sociales, y donde siguen habiendo condiciones que alimentan las desigualdades, se requiere refrescar la moral a partir de los valores que guían nuestro actuar para estirar la mano a quienes realmente nos necesitan. No podemos pensar en el desarrollo, sin pensar en la colectividad, considerando todo aquello que nos hace no diferentes, pero sí diversos.

No podemos dejar de luchar por lograr una sociedad justa y tolerante, pues la igualdad y equidad, aunque parezcan utopías, se convierten en metas visibles a partir del trabajo colectivo. Concienticemos, empaticemos y solidaricémonos en las luchas de las minorías por dejar de ser invisibilizadas. Nos leemos la siguiente semana, y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

Sobre el autor
Luis Sánchez Pérez es doctorante y maestro en Políticas y Seguridad Públicas en IEXE Universidad, abogado por la Universidad de Guadalajara. Profesor de asignatura en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Enrique Díaz de León. Investigador de medios de comunicación y participación ciudadana en el Laboratorio de Innovación Democrática. Colaborador semanal en Milenio, El Occidental y El Semanario.

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