Opinión
Las locuras que nos hacen sobrevivir
“¿Cuál fue la locura que tu alma necesitó para sobrevivir?”. Es la pregunta que me cimbró hace unos días y cuyo autor es uno de los pioneros de la psicología transpersonal, el psiquiatra chileno Claudio Naranjo.
Cuando una amiga me compartió el cuestionamiento, pensé enseguida que, desde temprana edad, la propia “locura” tiene que ver con el deporte y la literatura. Esto, en términos del cuarto significado que da a la palabra la Real Academia Española: “Exaltación del ánimo o de los ánimos, producida por algún afecto u otro incentivo”. E incluye los sinónimos “pasión, amor, entusiasmo, fanatismo, afición”.
¿Saben? Intuyo que muchas personas que seguimos con atención el desarrollo del futbol lo utilizamos como esa locura para sobrevivir. Desde hace unos años, en mi cuenta personal de “X” (antes Twitter) predomina la información sobre futbol femenil, y está ausente aquella relacionada con lo que pasa en el entorno sociopolítico, por ejemplo. Consumo más contenido del primer tema que del segundo.
Esto pasa por la convicción que tengo de difundir el deporte hecho por mujeres, por equilibrar la balanza, y también por salud/paz mental. Solo que a veces la realidad toca a la puerta y lo que aparece es dolor que enmudece.
Hoy quería contarles, y argumentar, que la Selección Nacional Femenil de México dio un paso firme hacia su objetivo en el mediano plazo, con lo demostrado en la Copa Oro W que organizó la Concacaf. Sin embargo, algo en mí se resistió a escribir al respecto.
Desde hace dos días para nada podía publicar tweets sobre futbol femenil, porque nos faltaba una persona en Jalisco. Una que nos recordó notablemente que en el país nos siguen faltando miles de personas, porque les han privado ilegalmente de la libertad. Me refiero al reconocido periodista Jaime Barrera. Esto encierra un impacto social particular, por lo que él representa, y que personas analistas como Rossana Reguillo, Diego Petersen o Salvador Camarena han argumentado.
En Jalisco, estado en donde se llevaron a Jaime por la fuerza, tan solo durante el primer bimestre del año se recibió el reporte de 528 personas desaparecidas, de las cuales 316 siguen bajo ese estatus, de acuerdo con el Comité Universitario de Análisis en materia de Desaparición de Personas, de la Universidad de Guadalajara. Es gravísimo, y dolorosísimo, que desaparezca una sola persona, mas ocurre que son miles de ellas, más sus familias, las que se ven lastimadas por esa manifestación de inseguridad en el país. Y esto es una herida abierta en todas las personas mexicanas, desde mi óptica, conozcamos o no, a quienes desaparecieron.
Aunque las personas hemos sobrevivido a muchas circunstancias de vida personal y social, con base en aficiones y locuras, con base en la construcción de micro mundos, con base en dejar de consumir noticias periodísticas, la realidad sociopolítica y cultural está ahí e intuyo que necesita de todas las personas, o de la gran mayoría, para transformarse. Que necesitamos intencionar que así suceda.
Para nada tengo la respuesta de qué hemos de hacer y cómo, con convicción y constancia, por años, para detener esto que desde hace tiempo se descompuso. Y tengo miedo y tengo rabia y tengo tristeza, ante lo que pasa en nuestro México, y en otras violentas latitudes. Y también experimento alivio, porque localizaron a Jaime Barrera con vida. Lo que sé es que deseo reparación, sanación, esperanza; que se concrete otro mundo posible para todas las personas en el país, uno amoroso y digno.
También pesan muchísimo en nuestros cuerpos y vidas, lo aceptemos, sepamos o no, las violencias feminicidas; lo ocurrido en la UTEG de Guadalajara. La marcha del 8 de marzo, en Guadalajara, ha pasado de 500 a 53 mil personas participantes, en 10 años (El Informador). Personas especialistas en la feminización de la política y en los movimientos sociales de mujeres podrán darnos pistas de cuáles son los factores para este crecimiento en el involucramiento político y, sin embargo, a mí me contagia esperanza el que tantas mujeres se movilicen. Podemos aprender mucho de ellas y de sus resistencias.
Volviendo a la pregunta inicial, la de Claudio Naranjo, he de decir que esta amiga que la compartió, admiradísima mujer sabia de quien aprendo, la acompañó de lo que para mí se confirmó como faro: esa locura como “pista indispensable para seguir adelante”.
Quizá se trata de parar, en el presente, para mirar de frente las realidades de nuestro país, y aceptarlas, aceptar el dolor que nos producen, en vez de normalizarlas; posicionarse y discernir cómo queremos abonar a que se transformen para bien; intencionar cada día lo que sí deseamos para nuestros entornos y honrarlo; que nuestra alegría y bienestar estén vivos como llamas, gracias a esas locuras de las que hablaba en este texto y a otras fuentes sanas, para tener la energía necesaria que nos permita resistir, transformar y ver “florecer” la vida digna que deseamos.
Esta es una invitación quizá a que construyamos diálogo, a que impulsemos la imaginación de otros mundos posibles, a que busquemos con curiosidad cómo otras personas abordan de manera responsable la realidad que lastima al país, y busquemos la propia forma; a que, de alguna manera, contribuyamos a una vida digna para todas y todos.
Hago votos y pido por esto, hago votos y pido por que regresen todas y todos. Bienvenido de vuelta, Jaime.
Sobre la autora
Miriam Padilla nació en la tierra de la torta ahogada y se sabe una apasionada del futbol. Estudió Periodismo en la Universidad de Guadalajara y la maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura del ITESO. Ha dedicado su tiempo y energía a espacios como el periódico El Informador, a blogs deportivos independientes, y al activismo y la construcción con mujeres, desde el colectivo ciclista Femibici.