Opinión
La expresión y el arte a través del cine
50 años de la fundación de la Cineteca Nacional, una institución que trajo consigo un desarrollo de la cultura cinematográfica.
Entre las diversas formas de entretenimiento que forman parte de mi vida, se encuentra disfrutar de una buena película, ya sea en compañía de amigos y familiares, o en momentos de introspección que de vez en cuando resultan necesarios para hacer una pausa en nuestra ajetreada agenda social y poder transportarnos a situaciones en las que difícilmente nos veremos inmersos. Esta posibilidad de viajar a través de diversas realidades es invaluable.
Traigo esto a colación porque el 17 de enero se conmemoran justamente 50 años de la fundación de la Cineteca Nacional, una institución que trajo consigo un desarrollo de la cultura cinematográfica, la apertura a la sociedad mexicana para entender el cine desde una perspectiva más amplia, desde el significado que va más allá de los argumentos y profundiza en las formas de expresión de situaciones de todo tipo.
Permíteme, querido lector, ir más allá, ya que la importancia social del cine es tal que me es imposible que esta pase desapercibida: todo pueblo y sociedad tiene historias que contar, historias que los identifican a sí mismos y que les dan un espacio en la humanidad. Por ello, el cine, como forma de arte, es la plataforma para desarrollar estas historias, trascendiendo el lenguaje y evidenciando emociones y sentimientos.
La Cineteca Nacional actuó y sigue actuando como puente para conectar la cultura, las problemáticas sociales que afectan a determinados lugares alrededor del mundo, los nuevos convencionalismos sociales y el rol de los actores dentro de sus comunidades, los cambios en las concepciones de lo correcto y lo incorrecto, y en ocasiones, simplemente las trivialidades de la vida que nos alejan de los problemas que atravesamos.
Vivamos el cine y disfrutemos de las instituciones que nos permiten acercarnos al mismo, vivamos las emociones sociales para desarrollar nuestra empatía, sintiendo la culpa del personaje central, la vergüenza por lo que observamos, el orgullo ante la justicia. Esto es conciencia, y pocos espacios permiten desarrollarla tan extensivamente como el cine, actuando como un espejo para observarnos a nosotros mismos.
¿Cómo actuaríamos si nos situáramos en las mismas circunstancias que presenciamos? ¿Actuaríamos igual, tanto en lo bueno como en lo malo? De lo anterior podemos concluir con una pequeña reflexión que parte de la afirmación de que lo que ocurre en el cine no necesariamente le sucede a todos, pero sin duda podría ocurrirle a cualquiera. Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.