Opinión

Estallidos de alegría en el Estadio Jalisco

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La ternura que despierta una niña aficionada porrista, el guiño de la vida para sentirse segura en un clásico tapatío, la alegría intensa por un golazo… En esta ocasión, por necesidad de texto relajado y por gusto, comparto en este escrito los momentos más destacados que he experimentado en el Estadio Jalisco, a propósito del seguimiento a Atlas femenil este torneo Apertura 2024.

Sé que son experiencias que se repiten en otros estadios que reciben a la Liga BBVA MX Femenil, que pueden ser familiares para otras personas, y que alimentan nuestro gusto por disfrutar el futbol desde las gradas, en compañía de cientos de personas desconocidas.

Momento uno. Estallido de alegría en el corazón; capitana goleadora, defensa, en acción. La noche del 16 de agosto, Fer Limón marcó un golazo de media distancia que hizo levantarse de los asientos a decenas de personas aficionadas, para festejar. Fue estallar de alegría, por la jugada vistosa y por la victoria que la anotación consolidaba. Estoy segura de que será uno de los goles que recuerde por muchos años, por el contexto en el que se dio y por la ejecución técnica-inteligencia.

Era la jornada 6, Atlas venía de tener dos derrotas, un empate y un triunfo. En casa, el Estadio Jalisco, no se había ganado aún. El rival era complicado: un Tijuana que los dos anteriores torneos había goleado a las rojinegras (0-4) y alcanzado un empate (1-1). Este torneo tenía que ser el bueno para las rojinegras, aquel en el que se vieran avances significativos en la incorporación del modelo de juego.

Transcurría la segunda mitad sin consolidarse más jugadas de gol, cuando al minuto 64 las Perrísimas lograban el empate (1-1; Brenda Cerén, Melissa Herrera). Más tarde, al cierre del partido, llegaba la anotación de Paula Salas (90’+2), que daba esperanza para un triunfo, y al 90’+5 venía la genialidad de Limón, para firmarlo.

La capitana de Atlas recibió el balón en el aire, desde atrás del medio campo; giró, esperó el bote, tuvo un gesto técnico para ganarle el esférico a una rival, y justo en el momento preciso, pateó con pierna derecha -ante la cercanía de tres jugadoras rivales-, para techar a la adelantada portera y dejar el balón en el ángulo. ¡Todavía me emociono, sonrío, experimento adrenalina, al ver la jugada! Nuestra futbolista referente volvía a hacerse presente en un marcador y en qué momento, de qué manera. Mucho orgullo y gratitud hacia ella.

Momento dos. Niña porrista, entusiasta y brillante. Para mí, una de las mejores aficionadas el 12 de septiembre, en el duelo ante Toluca, fue una niña de unos ocho años, que alentó a las rojinegras desde el comienzo del partido. Éramos 220 personas en las gradas y ella destacó de entre las personas que estaban a mi alrededor, por su empuje para con el equipo.

A su corta edad, y con el respaldo de su padre, la pequeña insistió en dar palabras acertadas de ánimo hacia un Atlas que tardó 30 minutos en empatar el marcador. La verdad me pareció admirable, y más porque si algo me ha llamado la atención de la afición de Atlas femenil es que no suele ser muy “ruidosa”. 

Es común que haya gritos aislados, de vez en cuando porras conjuntas, dispersas, lo que más destaca es alzar la voz cuando suena el órgano del sonido local para mostrar apoyo al equipo en los tiros de esquina. Y este torneo el promedio de asistencia justo rondó las 250 personas. Increíblemente baja asistencia, para lo que son y juegan, las rojinegras.

Por dar algunas muestras de su entusiasmo, aquí algunas frases que incluso publiqué ese día en “X”. Cuando corrían tal vez los últimos 15 minutos de juego, la niña atinó a gritar: “¡mete un gol, Atlas, solo uno (1-1)! E insistía, convencida: “¡Atlas, tú puedes! 

Sin embargo, no cayó ningún gol más, las rojinegras sellaron el empate y ella expresó después del silbatazo final: “¡bien, Atlas, lo hiciste bien!”. Vaya aficionada, crack, toda una fuente de ternura e inspiración. Ya no coincidí con ella en otros partidos, habría sido especial. Le agradezco porque me dejó con una sonrisa y con la pregunta por cómo ser mejor aficionada.

Momento tres. La certeza de saberte bien acompañada, segura. Reconozco la intensidad de la afición chivahermana, y confieso que a veces le temo. Con la consciencia de que hacen sentir locales a las jugadoras del Rebaño, con entradas notables en los estadios de visita, dejé de ir a los tres últimos clásicos por preferir la tranquilidad. Cuando llego a ir al Akron, suelo ser muy discreta con mis simpatías y elijo el asiento que evite tener personas atrás.

Pues bien, para este Apertura 2024, por semanas estuve mentalizada: sería valiente y asistiría el 11 de octubre al Estadio Jalisco, para ver el encuentro entre rojinegras y rojiblancas. Y lo logré. Mucho me impulsó el saber que viviría un partido histórico para Fer Limón y Andrea “Duva” García: su juego 200, como futbolistas profesionales. Amo al equipo, y deseo estar presente en muchos momentos, alentar en las buenas y en las malas y en las ocasiones importantes. Los tres puntos, ante Chivas, nos podían consolidar-acercar a la liguilla.

Tres mil 498 personas acudimos al Jalisco esa noche de luna llena. Llegué con una hora de anticipación, para restar nerviosismo y poder escoger mi lugar con estrategia. Cuál fue mi sorpresa cuando, a unos cinco minutos de sentarme, veo llegar a los papás de una destacada delantera. Nos conocimos en la cancha del Pistache Torres y desde entonces les guardo especial gratitud y cariño, por cómo son y cómo acogen. Esta vez no fue la excepción y gracias a eso pude centrarme en observar el partido, sin experimentar inseguridad por manifestar mi preferencia hacia Atlas.

Gracias, muchas gracias a ellos, por invitarme a tomar asiento a su lado y por su trato. Dentro de todo (porque hubo goleada), la pasé bien. Y era importante para mí forjar nuevas y mejores experiencias. Nos pusimos al día, compartimos botana, intercambiamos nuestras apreciaciones del partido, y reviví esa bonita sensación que me transmitió el Pistache Torres. Cuál es: la de ser muchas personas con el interés por el futbol femenil, personas cercanas, amables, con valores por delante.

Podría contar más experiencias y anécdotas, porque también las hay con jugadoras, por ejemplo, solo que de momento dejo hasta aquí esta columna. Ojalá ustedes, personas lectoras, pudieran compartir sus momentos favoritos en partidos de futbol femenil en la caja de comentarios, o por X. Nos vemos en 2025, por nuevas y vibrantes experiencias futboleras.

Sobre la autora

Miriam Padilla nació en la tierra de la torta ahogada y se sabe una apasionada del futbol. Estudió Periodismo en la Universidad de Guadalajara y la maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura del ITESO. Ha dedicado su tiempo y energía a espacios como el periódico El Informador, a blogs deportivos independientes, y al activismo y la construcción con mujeres, desde el colectivo ciclista Femibici.

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