Opinión

Clásicos, un arma de dos filos

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Bien dijera el gran Nacho Trelles que “Para clásicos, los cerillos”; en México, cuando un equipo sufre una derrota ante el acérrimo rival puede ser catastrófico; la presión que se ejerce en los directores técnicos a cuentas de los famosos clásicos es un arma de dos filos, y si priorizan lo comercial a lo deportivo, entonces, luego de una derrota y sin analizar el funcionamiento táctico colectivo, terminan por darle las gracias a los entrenadores en turno.

Es entendible que la presión ejercida por los patrocinadores, también cuente en la toma de decisiones, cada participante quiere acarrear agua para su molino y también reclama su buena tajada de pastel; en ese sentido, los proyectos deportivos a mediano y largo plazo son inexistentes en nuestro futbol.

En caso concreto, en el futbol mexicano se avecinan tres clásicos nacionales en 10 días y con base en la calidad de las plantillas y el funcionamiento de cada escuadra, suena con mucha fuerza que el actual técnico rojiblanco podría salvar el torneo como timonel del chiverío si logra eliminar al América del torneo de Concacaf Liga de Campeones, en ese tenor, se han dado casos muy puntuales en estrategas que luego de llevarse una derrota terminan por perder su empleo.

En la historia del futbol mexicano es una estrategia recurrente despedir a técnicos por caer ante el odiado rival, tanto Chivas como América se han dado el lujo de despedir a su técnico por una derrota, como toda historia tiene un comienzo, el primer técnico despedido por perder un clásico fue el peruano Walter Ormeño quien dirigía al América en la temporada 1969-1970 y tras caer 4-1 en el estadio Azteca ante Chivas; la directiva azulcrema le dio las gracias.

Víctor Manuel Aguado sufrió el terrible infortunio con los azulcremas, tras perder por 1-0 en el estadio Jalisco y sumado a su irregular comienzo en el Clausura 2006 no dio para más y fue destituido por Manuel Lapuente.

Jesús Bracamontes que dirigía a Chivas en el verano 2001, fue separado de su cargo tras perder 2-1 en el estadio Jalisco ante América, su lugar fue ocupado por Jorge “El Vikingo” Dávalos; en el Clausura 2014, la guillotina hizo rodar la cabeza del Güero Real, quien luego de morder el polvo ante América por 4-0 en el Estadio Akron fue cesado del plantel.

Ha habido casos especiales, que si bien no han perdido su empleo tras una derrota en un clásico, la cuerda solo les ha durado un partido o dos más, y al perder nuevamente, han dejado caer la espada de Damocles que pendía sobre sus cabezas; en el Apertura 2016, Ignacio Ambriz fue despedido del América, cayó por 3-0 en el Azteca frente al Guadalajara en la fecha 7, pero su milagrosa victoria de 4-3 contra Cruz Azul, cuando perdía 3-0 al medio tiempo, le dio un juego más; perdió el siguiente contra León y fue el definitivo para quedar fuera de la institución azulcrema.

Gonzalo Farfán, técnico interino de América en el Invierno 2000, también se marchó un juego después de caer contra Chivas. Perdió por 3-0 en la jornada 7 contra los tapatíos y posteriormente 1-0 contra Cruz Azul para ser removido de su cargo.

El caso más recordado es el de Ricardo La Volpe técnico del América en el Invierno 96 cayó por 5-0 en el Jalisco, una de las máximas goleadas en la historia de los Clásicos Nacionales. Sin embargo, dirigió un encuentro más, contra Puebla, el cual también perdió, por lo que quedó fuera del banquillo americanista; la suerte está echada y esperamos que el destino sea distinto.

¡Corte y queda!

Sobre el autor

Luis Alfredo Dominguez, docente universitario y analista deportivo. @LAlfredoDG

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