Opinión

Banderas rojas en las transmisiones de partidos

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Las futbolistas, la afición, la industria del futbol femenil merecen personas narradoras y analistas, de los juegos, periodistas y generadoras de contenido, con desempeños de calidad.

Necesitamos profesionales, gente que se prepare para los partidos, y evite comentarios fuera de lugar; que le dé la seriedad que corresponde a su trabajo. En síntesis, personas que sumen y tengan la disposición de crecer junto a este movimiento en escalada del futbol femenil.

Prácticamente siete años de la liga profesional mexicana y aún suceden momentos y coberturas reprochables durante las transmisiones de partidos. Ahora en ESPN la afición notó el comentario desafortunado y, por lo menos en redes sociales, señaló la situación.

Quizá por mucho tiempo se ha dejado pasar, por ejemplo, el que las empresas televisoras tengan transmisiones de baja calidad, que es casi una tradición en el futbol varonil, mas dudo que para esa categoría desconozcan nombres y eviten prepararse. En todo caso, ¡ya basta! Décadas para que existiera por fin el futbol profesional femenil y en pleno siglo XXI tener casos cuestionables es inaceptable.

Recordemos que ellas, las deportistas, son las posibles referentes de infancias y adolescencias, y que tenemos una responsabilidad al respecto. Entonces se trata de decir sus nombres (y correctamente), de describir sus acciones, en vez de hablar de comida y de cuestiones accesorias. Se trata de incorporarlas adecuadamente a ellas, las futbolistas, en el mundo, mediante la palabra oral y/o escrita, pues por muchos años fueron excluidas del futbol, por la sociedad patriarcal aún vigente.

Veo positivo que las llamadas audiencias abiertamente se dirijan a las empresas de transmisión para denunciar y demandar mejores prácticas de quienes narran y analizan. Que identifiquen el sexismo y los comentarios inapropiados que nada tienen que ver con lo que ocurre en las canchas, como lo son aquellos que se refieren a los cuerpos de las jugadoras (esta vez fue el tono del cabello).

Necesitamos a estas audiencias críticas y proactivas, también, para mejorar y crecer el futfem, porque la palabra importa, importa cómo son nombradas (o no) las futbolistas, qué se dice -y cómo- de su desempeño. Cómo son construidos los discursos y relatos sobre ellas, de cara a la sociedad.

Ahora, y muy importante. Tenemos dos conceptos centrales para la cobertura periodística, del futbol, de calidad. Se trata de perspectiva de género y discurso patriarcal, introducidos por Adrianelly Hernández, periodista, investigadora y docente mexicana, egresada de la UNAM, en un taller, el fin de semana pasado.

Para ella, que lleva más de 10 años en la cobertura del deporte hecho por mujeres, existen al menos cuatro manifestaciones del discurso patriarcal en el periodismo deportivo. Éstas son:

Cuando hay una generización en masculino (la árbitro, en vez de la árbitra, como es adecuado); cuando la voz principal es de los hombres (hay muchas noticias de deporte femenil en las que el protagonista es varón); cuando hay una infantilización o desjerarquización (las chicas, las niñas, para referirse a las futbolistas), y cuando hay banalización de las coberturas.

En banalización de las coberturas podemos encontrar el hecho de dejar de preparar adecuadamente los partidos que se narren, al desconocer nombres de las jugadoras o cómo prefieren ser nombradas, datos sobre ellas y sus equipos, y otra información importante para contar a las audiencias lo que pasa en la cancha y en la competencia.

Hernández suele dar estos talleres sobre claves para cubrir el futbol femenil, pueden buscarla (@NellyFut), y sabemos que hay mucha información en libros e Internet, así que dejo por aquí solo una probadita, ojalá que despierte el interés/curiosidad.

A las personas nos cuesta de repente reconocer nuestros errores, pedir disculpas y hacer una reparación por el daño hecho, sin embargo, es deseable y posible, en función de crecer, de ver por el bien propio y el bien común.

Esto de trata, sabemos, de un cambio cultural. Y los cambios, aunque los intencionemos, toman su tiempo. Empecemos a declinarnos por ello; en el presente. Hagamos la reflexión, decidamos cambiar -que decidir hace más probables las cosas- y tomemos acción para lograrlo. Cada persona, desde su ámbito y territorio. Por lo pronto, de mi parte, agradezco el taller de Hernández y apuesto a aplicar en la práctica lo que nos transmitió. Sé mayormente de qué pie cojeo, así que: a mejorar cada día, y vivir bajo esa intención (saludos, Burky 😊).

Sobre la autora

Miriam Padilla nació en la tierra de la torta ahogada y se sabe una apasionada del futbol. Estudió Periodismo en la Universidad de Guadalajara y la maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura del ITESO. Ha dedicado su tiempo y energía a espacios como el periódico El Informador, a blogs deportivos independientes, y al activismo y la construcción con mujeres, desde el colectivo ciclista Femibici.

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